Abordando los Retos Emocionales en el Cuidado de Seres Queridos

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Cuidado y Culpa: Abordando los Retos Emocionales en el Cuidado de Seres Queridos

  • Autora – Receba Moscatel (CEO) de La Klinika Del Encuentro

El cuidado de seres queridos, especialmente aquellos en etapas avanzadas de la vida, puede ser una experiencia profundamente gratificante pero también emocionalmente desafiante. Uno de los sentimientos más comunes que enfrentan los cuidadores es la culpa. Esta emoción, aunque natural, puede convertirse en una carga adicional que afecta tanto al cuidador como al cuidado brindado. En este artículo, exploraremos los desafíos del cuidado en la actualidad, las experiencias emocionales que conlleva, y estrategias para manejar la culpa y proporcionar un cuidado más compasivo y saludable.

El Desafío del Cuidado en la Actualidad

En tiempos pasados, la muerte era parte de la cotidianidad del ser humano, y se entendía como un proceso natural que se aceptaba y se trataba con dignidad. Con la implementación de técnicas de higiene de manos, prevención de infecciones intrahospitalarias, el uso de vacunas y antibióticos, comenzamos una carrera interminable para tratar de vencer la muerte, aferrándonos a la necesidad de continuar en esta vida. Sin embargo, es evidente que esto no se puede lograr. Lo que sí hemos conseguido es extender la longevidad del ser humano, enfrentándonos a una serie de retos tanto físicos como emocionales que no habíamos experimentado en otras etapas de la historia.

Hoy en día, nos enfrentamos con mayor frecuencia al deterioro y la fragilización de nuestros seres queridos, quienes alcanzan edades más avanzadas con una mayor incidencia de enfermedades crónico-degenerativas, o procesos biológicos que provocan una fragilización paulatina del cuerpo hasta llegar a la muerte. Este nuevo escenario nos obliga a desarrollar habilidades y estrategias que permitan ofrecer un cuidado adecuado, mientras manejamos nuestras propias emociones y limitaciones.

La Experiencia Emocional del Cuidado: Fragilización y Culpa

Aunque el proceso de cuidar a un ser querido parece evidente, existe una falta de guía sobre la vivencia emocional a la que nos enfrentamos ante la fragilización, el deterioro, la enfermedad y la eventual muerte de un ser querido. Desde cómo manejar el diagnóstico en sus momentos iniciales, pasando por la frustración, el duelo anticipado por la pérdida, la conspiración del silencio que suele presentarse hasta el momento de la pérdida inminente, cuando la persona está activamente muriendo.

La culpa es una emoción común a lo largo de este proceso. Puede surgir por temas inconclusos en la vida, por tener una mala reacción o enojo ante el comportamiento de nuestro ser querido, o por pensar que podríamos haber hecho las cosas mejor. La necesidad de continuar con actividades personales fuera del cuidado de nuestro ser querido también puede generar culpa, al igual que el deseo de que la persona fallezca para que ya no sufra. Este sentimiento es normal y está interiorizado como parte de un pensamiento mágico que no desaprendimos de nuestra niñez, donde asumimos que somos la causa de lo que sucede en nuestro entorno.

Muchos de nosotros creemos que lo que sucede está bajo nuestro control. Pero, ¿qué pasaría si por un momento soltamos esa postura y viéramos la historia que estamos viviendo como una película? Por más que gritemos a los actores que deben hacer las cosas de tal o cual manera, la historia de la película no cambiará. La realidad es que no tenemos control sobre el desarrollo de la historia. Si vemos a un ser vivo sufriendo, la compasión y el deseo de que el sufrimiento cese es la postura más humana.

La culpa existe porque tenemos una serie de expectativas sobre cómo deberían ser las cosas y no las podemos cumplir adecuadamente. Nuestra realidad y nuestra imagen interiorizada de la realidad no convergen, y una de las emociones que resultan de esto es el sentimiento de culpa.

Estrategias para un Cuidado Compasivo y Saludable

¿Qué pasaría si, en lugar de tratar de controlar el miedo, el enojo, la frustración y la angustia que nos provoca la pérdida, nos permitiéramos vivir el proceso de cuidado desde un lugar de mayor compasión hacia nosotros mismos? Ponernos a nosotros en el centro de la necesidad de cuidado. Entender que permitir que nuestras emociones existan, que nuestro duelo exista, que nuestro enojo y nuestra frustración existan, y que los temas inconclusos con nuestros familiares se pueden concluir o cerrar aunque la persona ya no esté, nos abrirá la puerta a un cuidado más saludable.

Un cuidado donde el vínculo de dependencia no se vuelve codependiente, donde nos protegemos del desgaste propio y podemos brindar un cuidado más compasivo, con mejor calidad de vida y mayor dignidad a la persona que estamos cuidando. Para lograr esto, es crucial desarrollar una serie de estrategias y prácticas que nos permitan manejar la culpa y otras emociones negativas de manera constructiva.

  1. Aceptar la Realidad y Nuestras Limitaciones: Reconocer que no podemos controlar todo y que es natural tener emociones difíciles es el primer paso para manejar la culpa. Aceptar que estamos haciendo lo mejor que podemos bajo las circunstancias puede aliviar mucho la carga emocional.
  2. Buscar Apoyo: Hablar con amigos, familiares o profesionales sobre nuestras experiencias y sentimientos puede proporcionar una perspectiva diferente y aliviar la carga emocional. Grupos de apoyo para cuidadores también pueden ser muy útiles.
  3. Practicar la Auto-Compasión: Ser amables con nosotros mismos y entender que todos cometemos errores y tenemos limitaciones es crucial. La auto-compasión implica tratarnos con la misma gentileza y comprensión que ofrecemos a nuestros seres queridos.
  4. Establecer Límites Saludables: Es importante encontrar un equilibrio entre el cuidado de nuestro ser querido y nuestras propias necesidades. Establecer límites claros y tomarnos tiempo para nosotros mismos es esencial para evitar el agotamiento y la culpa excesiva.
  5. Reflexionar y Aprender del Proceso: Tomarse el tiempo para reflexionar sobre nuestras experiencias y aprender de ellas puede ayudarnos a manejar mejor nuestras emociones y mejorar la calidad del cuidado que ofrecemos.

En conclusión, el cuidado de seres queridos en situaciones de fragilidad y enfermedad es una tarea noble pero desafiante. La culpa y otras emociones difíciles son parte natural de este proceso, pero al abordar estos sentimientos con compasión y estrategias saludables, podemos brindar un cuidado de mayor calidad y mantener nuestro bienestar emocional. Al final del día, el objetivo es ofrecer un cuidado que no solo prolongue la vida, sino que también mejore la calidad de vida de nuestros seres queridos y de nosotros mismos.

Referencias

Tags : cuidado adulto mayor, geriatría, geriatra, salud, tercera edad, cuidados de la tercera edad.

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